En el apartado musical se aprecia el gran genio de Amadeo Vives al refrejar en su música el alma de Madrid, al crear grandes páginas líricas como la la canción del ruiseñor
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Francisquita
Era una rosa que en un jardín
languidecía de casto amor
por un ruiseñor,
mientras un zángano zumbador
a enamoraría desde el panal
todas las tardes venía al rosal.
Y al ver la rosa que el ruiseñor
amor sentía por otra flor,
al zángano infeliz, cuando venía,
la rosa le decía:
ese ruiseñor,
soberbio y cantarín,
cuando tú no estás,
señor, en el jardín,
viene a mi rosal y en esta rama
me dice que me ama.
Y, aunque creo yo
que con su pico miente,
jamás, jamás cantó
un trina ni un gorjeo tan valiente. Ah!
Fernando ¿Y después, y después qué pasó?
Cardona Eso mismo digo yo
Franc. Que el pobre zángano más infeliz
aunque más viejo que aquella flor,
llamó al ruiseñor
para quejarse de su actitud
y amenazarle con su aguijón,
si no sabía callar su pasión.
Desde aquel día, supo el ruiseñor
de la rosa ser tierno trovador,
y enfrente del rosal, desde aquel día,
el pájaro decía ...
Fernando Este ruiseñor prendado está de ti.
Franc. ¿Cómo pudo ser, si nunca vino aquí?
Fernando Viene a tu rosal y en esta rama
te dice que te ama.
Franc. Y, aunque creo yo
que con su pico miente,
jamás, jamás cantó
un trino ni un gorjeo tan valiente. Ah!